La autenticidad de ser políticamente incorrecto
Lo normal en nuestra actualidad es que muchos piensen que las nuevas generaciones (millennials y centennials) sufren de una extrema susceptibilidad, y es probable que tengan algo de razón, ya que con un simple paseo por nuestras redes sociales, podremos encontrarnos con algún grupo de personas ofendidas por una determinada declaración.
De hecho, hoy en día podemos encontrarnos con controversias que a primera vista lucen inverosímiles, que pueden ser provocadas por menos de una palabra mal empleada. Sin embargo, estas ocurrencias por más simples que parezcan, siendo un poco más analíticos, dan mucha tela por cortar.
Hiriendo sensibilidades
Un ejemplo de la sensibilidad que caracteriza presuntamente a las generaciones actuales, fue lo que le ocurrió al comediante español Rober Bodegas en el 2018, el cual haciendo un monólogo logró despertar la furia de muchos, por incluir en su repertorio de chistes unos que se catalogaron como políticamente incorrectos.
En un fragmento de ese monólogo, Bodegas decía: “es muy difícil ver chistes de gitanos en la tele y me parece bien. Ellos nos han pedido que no hagamos chistes y lo estamos cumpliendo. Nosotros hemos pedido que vivan acorde a nuestras normas sociales y ellos supongo que necesitan tiempo”.
Tal fue la controversia, que el comediante tuvo que disculparse múltiples veces para apaciguar las constantes críticas que recibía por todos lados.
Opiniones que parecen auténticas
Lo cierto es que detrás de esta aparente fragilidad, que presuntamente caracteriza a los millennials y centennials, la prudencia a la hora de comunicarnos parece no haber calado realmente como creíamos. De hecho, las opiniones “políticamente incorrectas” siguen siendo alabadas por las personas, o eso es algo que un equipo de investigadores de Berkeley Haas ha teorizado.
En la revista The Journal of Personality and Social Psychology publicaron unos interesantes hallazgos, que tras ciertos experimentos, se concluyó que las opiniones de las personas lucen más auténticas cuando ellos usan un lenguaje más agresivo y políticamente incorrecto.
Uno de los experimentos que llevaron a cabo los investigadores consistió en que las personas entrevistadas, sin importar su origen ideológico, definieran el concepto de “políticamente correcto”, el resultado fue: “usar el lenguaje o el comportamiento para parecer sensibles a los sentimientos de los demás, en especial a aquellos que parecen desfavorecidos”.
A partir de allí se hicieron unas declaraciones tanto políticamente correctas como incorrectas, y para sorpresa de todos, cuando se contabilizó los resultados, la mayoría de las personas sin importar el espectro político en el que se identificaron, catalogaron a los que se consideraban políticamente incorrectos como personas con opiniones más fiables.
En cambio a aquellos que usaban un lenguaje más prudente fueron catalogadas como personas mucho más débiles e influenciables.
En palabras de la profesora Juliana Schroeder, coautora del estudio: “el costo de la incorrección política es que el orador parece menos cálido, pero también más real. El resultado puede ser que las personas se sientan menos vacilantes en seguir a líderes políticamente incorrectos porque parecen estar más comprometidos con sus creencias”.
Esto podría llegar a ser una explicación factible del porqué es probable que las personas elijan como líderes a aquellos que cuentan con un discurso más directo e incendiario, porque sienten una mayor confianza hacia ellos.
Otra de las posibles lecturas de los resultados de este estudio, es que el exceso de susceptibilidad, despierta en otro grupo la necesidad de ser más reaccionario a la corrección política, en un intento de nivelar la balanza.
Aunque el estudio no es totalmente concluyente, ya que hace falta analizar muchas más variables, esto nos puede ayudar a todos a comprender un poco más nuestra forma de comunicarnos en un mundo hiperconectado.
Cuéntanos tu opinión ¿Prefieres un discurso políticamente incorrecto o correcto?